Sólo desde verano de 2012, doce. Y antes, incontables.
Ehm, no escribo desde un argumento determinado. Así que en cuanto exploto la idea inicial —que suele ser de muy corto arranque— se va todo al garete, como dice la popular expresión.
No paso de las tres páginas, es mi maldición.
Y eso que en todo escribo mucho. Es, sencillamente, que me aburro a mí misma y paro. O se me ocurre una nueva y brillante idea, por la que abandono las anteriores.
Sencillamente, no sé seguirlas. O no considero que merezca la pena. O quizás es parte de mi horrible y desastrosa personalidad. O todo lo que he mencionado junto, combinado en una mezcla explosiva y a ritmo de vals.
Y no sé qué es peor, si los que tengo colgados o los que recuerdo haber finalizado (la mayoría los he perdido) y detesto. No sé, no sé.